UTSB 18 - Por Chema

Por Chema 

ULTRA YTRAILS SIERRAS DEL BANDOLEROChema1

Como lo prometido es deuda ahí os dejo mi crónica de esta prueba.

La mañana de sábado comenzaba mal, el coche me dejaba tirado a dos kilómetros de la venta El Palancar. Ya nos habíamos pegado un viaje previo el viernes, mi amigo Roberto Jiménez Trenado y yo, para volvernos de vuelta al haber suspendido la organización la salida por encontrarse la zona en alerta amarilla.

Los compañeros que venían detrás recogen a Roberto y yo doy la carrera por perdida. Llega la grúa y trasladamos mi coche hasta Puerto Serrano, donde un taxi me va a llevar hasta Sevilla de vuelta. Una vez depositado mi coche en el taller me subo al taxi del pueblo. Tanto esfuerzo, tanto entreno, tantas horas robadas a la familia…

Miro el reloj, las 09.18 y le pregunto al chofer cuando vamos saliendo de Puerto Serrano:

- ¿Cuánto tarda usted en llegar a Prado del Rey?

- 15 minutos, me responde.

No me lo pienso. Llamo a mi mujer y le digo que me voy para Prado. Ella me anima a hacerlo.

Llamo a los compañeros y les aviso de que voy para allá. Estallan de alegría. Esos son mis compañeros Hispatrails.

Llego a Prado con 15 minutos de tiempo para prepararme. Con las prisas me he dejado el poncho en el coche por lo que tengo que salir con el chubasquero y Andrés Grijota me guarda la mochila con mi ropa seca mientras yo me preparo a toda prisa. Me tomo un café corriendo con Nico. Con el problema del coche no he desayunado nada.

Termino de colocarme las cosas y me meto en el cajón de salida buscando a Roberto.Chema3

La carrera se acorta hasta los 120 km aproximadamente al eliminar el tramo de Jimera de Libar al haberse desbordado el rio.

10.00 de la mañana, “trabuco” de salida…a correr!!!!!

Roberto y yo, como en todos los ultras que hemos hecho juntos, comenzamos fuerte. Los primeros 12 kilómetros son sobre pista, lo que nos permite comenzar a comerle minutos al reloj que después habrá que emplear en las subidas.

Antes de llegar a El Bosque nos encontramos con nuestro compañero Pablo Martínez que participa en la modalidad por equipos. Comenzamos la subida posterior al pueblo y veo que las patas responden, subimos frescos y eso se nota.

La primera gran subida se presenta, puerto de El Boyar, subida a ritmo trotando todos los tramos que se pueden y metiendo bastones en aquellas zonas donde el terreno lo requiere. El suelo está totalmente embarrado y dificulta en algunos tramos el paso de los corredores por el peligro de los charcos donde no se sabe su profundidad y lo que hay oculto bajo el agua.

Coronamos el Boyar, comemos algo rápido y vamos que nos vamos. Enlazamos parte de la subida de la circular de Villaluenga y una vez arriba comienza casi sin darnos cuenta la subida al Simancón.

De nuevo ritmo de posta lobera, bastones a tope. Me veo bien, con fuerza, con ganas.

Coronamos en Simancón con un tiempo de perros. Aire brutal, agua racheada que empapa literalmente a todos los corredores y frio, mucho frio.

Roberto viene regulando, corona y tiramos adelante. Comenzamos el tramo nuevo de bajada, una locura. Un barranco repleto de rocas sueltas y barro arcilloso que provoca innumerables caídas entre los corredores. Algunos tramos son un auténtico peligro, no por el terreno, sino por las condiciones del mismo.

Conseguimos finalizar la bajada sin apenas alguna caída sin consecuencias y casi sin darnos cuenta enlazamos con la bajada a Villaluenga…no digo nada…

Ya conocía esa bajada de noche y con agua nieve del año 2016, por lo tanto, no me cogía de nuevas. No sé qué es peor, si bajarla de noche sin ver realmente los peligros más allá de la luz del frontal o bajarla de día con todo el riesgo en su pleno esplendor visual.

A pesar de todo bajamos relativamente bien y en un periquete estamos en Villaluenga.

Cambio rápido de ropa, comida rápida y salida rápida. Roberto se retira, no se encuentra bien y ha sufrido en las subidas no a consecuencia de su estado físico, es un puto roble, sino al frio que ha pasado durante la travesía del Simancón y del que no ha logrado recuperarse. Eso unido a la cantidad de agua que nos está cayendo le hacen tomar la decisión de retirarse. Roberto Jiménez Trenado, un tío muy grande y del que he aprendido mucho en los ultras que hemos compartido. Llega Andrés Grijota que viene como un tiro de la “Bandolerita” (no tiene guasa el diminutivo…) Me entrega un poncho que se le paso de darme en la salida y que me daría la vida más adelante.

Salgo solo de Villaluenga y pongo rumbo a Montejaque. Rampa de hormigón a la salida y pista forestal después invita a correr. Así lo hago, encuentro un ritmo cómodo y comienzo de devorar kilómetros. Casi sin darme cuenta llego al puerto de El Correo, para mí en más bonito de la carrera.

La subida es bastante peligrosa porque las piedras están muy resbaladizas, pero los bastones me ayudan bastante.

Corono sin mayores problemas, bajada entre encinas milenarias haciendo patinaje artístico sobre barro rojo y los Llanos de Libar ante mí en toda su inmensidad, inundados…

Cruzo la parte inundada. El agua me llega a media tibia. Avanzo despacio. Casi sin darme cuenta llego a la pista que te lleva a la trampa, el Refugio de Los Llanos de libar. Trampa por que la chimenea que allí está encendida a toda mecha es un verdadero martirio para quienes allí van llegando helados y empapados.

Monto el frontal y me lo coloco. No como. Me quedan 10 kilómetros hasta Montejaque y vuelta. Prefiero avanzar, comer algo rápido en Montejaque y ya a la vuelta pararé en el refugio a comer bien. Así lo hago.

Subida sobre pista forestal de 5 km que hago andando a ritmo de marcha nórdica y bajada de 5 km que bajo a todChema2o trapo. Es un alivio a estas alturas poder correr sin esfuerzo.

Llego a Montejaque, me pican el chip y casi sin parar pongo camino de regreso al refugio. Lo que antes era bajada larga se convierte en rampa gorda de subida. Ritmo lobero y vamos que nos vamos. Lo que antes era rampa gorda a la ida ahora es bajada épica. Llaneo final durante 2 km y de nuevo en el refugio. Como bien, me hidrato, arreglo un poco la ropa que a estas horas ya está calada y salgo zumbando.

Cruzo los llanos de Libar de nuevo, inundados. De nuevo al llegar a la bajada entre encinas que ahora se torna subida, puro patinaje, pero esta vez hacia arriba. Divertido no, lo siguiente…

De nuevo me planto en el puerto de El Correo, pero esta vez hacia abajo, y de noche. Justo en la bajada cuando llego al navazo alcanzo a un chico que se pega a mí, se trata de Sergio, del Club Cantina Zapata. Comenzamos a charlar y entre unas cosas y otras ya estamos en Villaluenga de nuevo. Le digo que no voy a parar, pero caigo en la cuenta de que tengo que llegar al avituallamiento para queme piquen el chip.

Comemos algo muy rápido y salimos zumbando para hacer la vuelta a Grazalema. Comenzamos la larga subida; no se termina nunca. Me doy cuenta de que las balizas me están desviando cada vez más a la derecha. –Chema este no es el camino- me digo, pero las balizas indican lo contrario. En ese momento nos adelanta un corredor y nos indica que es un tramo nuevo que se denomina “la Y griega”. Al poco de recorrer el lateral del monte por el que discurrimos veo zonas que ya conozco, se trata del bosque de pinos que antecede a la llegada del camping. Ya estamos en Grazalema.

Cruzamos prácticamente todo el pueblo hasta el avituallamiento. Pican los chips de nuestros dorsales, algo caliente al estómago y a salir zumbando. Ahora tenemos por delante dos escoyos importantes. Subir de nuevo al Boyar y la bajada a Benamahoma. Ya en el 2016 casi acaba conmigo la puñetera bajada. Pero vamos por partes. Subida al Boyar.

Conforme Sergio y yo comenzamos a subir arrecia con más fuerza que nunca el agua, el viento es sobrecogedor y silva entre los arboles avisándonos de lo que nos espera arriba. Miedo, arriba, en esas condiciones, se pasa miedo. Sin casi darnos cuenta llegamos arriba y sin solución de continuidad comenzamos la que fue la primera gran subida, la del Boyar, pero ahora en sentido inverso y con casi 20 centímetros de agua, barro y piedras entre nuestros pies. Es imposible mantener el equilibrio. Los bastones se convierten en pieza fundamental en la bajada. Prácticamente finalizamos la bajada cuando llegamos a la carretera, casi estamos…pero no, cruzamos la carretera y continua la bajada. ¡Donde esta Benamahoma!!!!!

La bajada en tan sumamente puñetera por que prácticamente no ves el pueblo hasta que no lo tienes encima y llegas a desesperarte. Pero ahí está, justo cuando comienza a clarear. Vamos dentro del horario que me marqué cuando salí solo de Villaluenga a la ida, bajar de 24 horas.

La llegada al colegio que acoge el avituallamiento en Benamahoma es prácticamente una calle hormigonada hacia abajo y en un santiamén estamos entrando en el colegio. 14 kilómetros, solo 14 kilómetros para terminar esta maravillosa aventura. Aquí me encuentro de nuevo con Pablo Martínez y su cara no presagia nada bueno. Miro el reloj, 21 horas y 52 minutos. Me acuerdo de Roberto, él en estos momentos es cuando da lo mejor de sí mismo y es cuando su cabeza mejor funciona. En ese preciso momento, alguien de la organización me dice: - No pueden ustedes seguir, se acaba de neutralizar la carrera por que el rio Majaceite se ha desbordado.

Me siento en una silla, pienso en lo poco que nos ha faltado para terminar y por un momento me siento desolado, pero en ese preciso instante hago un recorrido mental de todo lo vivido las 21 horas y 52 minutos que han pasado hasta ese momento y me digo:

He corrido 106 km sobre un terreno infernal lleno de barro, piedras, charcos, agua a raudales, frio, viento y tengo ganas de seguir corriendo. Creo que ese es el espíritu de este deporte. Se trata de una lucha de superación contra ti mismo y aquí, contra el agua, el frio, el viento y todas las inclemencias meteorológicas yo he vencido.

Doy las gracias a mi mujer por darme el apoyo y seguridad en el momento en que todo se tambaleaba, a Roberto Jiménez Trenado por dejarme de nuevo acompañarle y seguir aprendiendo de él, a todos mis compañeros Hispatrails por todas las ayudas que me brindaron durante la salida, a Miguel Ángel Pozo Morales y toda la organización de UTSB porque solo ellos son capaces de organizar la que para mí es, sin duda alguna la mejor carrera de Andalucía, sino de España y felicito a todos cuantos el lunes a las 10.00 a.m. estaban dispuestos a batirse el cobre en la esquina de la calle Fuente con la calle Teniente Trujillo, bajo el arco de salida de UTSB.

De la hipotermia posterior mejor ni acordarse. 

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