UTSB 18 - Por Ugarte

Por Ugarte

¡Vaya por delante mi agradecimiento a esos compañeros de entrenamientos que tanto me han ayudado y que son parte importante de mis éxitos en esta mi primera ultra…y que ultra!!!, Fali, Iván, Fernando Martínez, Luis Solano, el jefe Andrés… Gracias!!! Y en especial a Rosa Hidalgo, que me metió el veneno de Bandoleros en el cuerpo.

Todo empieza cuando, después de quedarme sin dorsal y dar por perdida mi participación en la Bandolerita, a tres semanas de la carrera, recibo un WhatsApp con la posibilidad de adquirir uno. No me lo pensé y me hice con él. Menos mal que yo había seguido entrenando como si hubiera tenido dorsal desde primera hora.

Según se acercaba el día y tuvimos noticias de la climatología que se esperaba antes y durante le finde semana de la carrera, más nervioso me ponía.

Tengo que reconocer que días antes desee que se suspendiera la carrera (menos mal que no fue así, jajajaja…)

Todos los nervios que tenia se me quitaron de golpe con el trabucazo. Me pasa en todas las carreras. Primeros km. de calentamiento hasta el Bosque, sin lluvia, en plan tranki. Todos los compis habían salido escopetaos, hasta que alcanzo a Luis Solano y llegamos juntos al el Bosque. Allí me encuentro con Penélope (la mujer de Fernando Martínez) y con Rosa dándonos ánimos.

Empieza el cachondeo. Despliego bastones y vámonos que nos vamos. Por el camino adelanto los cuñaos, Pepe y Nico. Llego con buen ritmo a Llanos del Campo, y allí comienza a llover. Ya no deja hasta después de Benamahoma.

Alcanzo sin problemas el Boyar, repongo, como algo y al lío. Empezaba la guasa, lo técnico… En la subida me encuentro a Perico, el cual se lleva una desilusión grandísima al verme con bastones, jajaja… Arriba en el Simancón las condiciones eran horribles: mucha agua y sobre todo un fuerte viento racheado que hacía muy complicado el avanzar en condiciones. Para colmo el gorro de mi chubasquero se había desprendido de su cremallera y no podía llevarlo puesto. En algún momento, no recuerdo cuando, alcanzo a Andrés y ya continuamos prácticamente juntos hasta la meta, (estamos condenados a vivir las carreras juntos… y lo sabes, jajajaja).

El terreno hasta Villaluenga, incluyendo su famosa bajada, un verdadero infierno; sólo los que lo vivimos, sabemos lo que sufrimos. Llego al avituallamiento de Villaluenga, pero no me cambio de ropa, solo descanso un poco y como algo. Salgo camino de Grazalema acompañado de un chaval de Prado, y con buenas sensaciones. En algún momento del camino, Andrés y yo volvemos a encontrarnos, llegando a Grazalema, ya de noche.

Aquí, si me cambio de ropa, como de nuevo y repongo fuerzas. Me siento bien. Pero esperando que Andrés se cambie, me entra bastante frio y decido irme. Completamente solo, hago la subida al Boyar con el arroyo rugiendo a mi vera y el viento que daba miedo. Comienzo a bajar hacia Benamahoma sobre el sendero hecho rio. No me importa. Conozco bien el camino y me impongo un buen ritmo que me lleva en volandas al pueblo.

En el avituallamiento, me alcanza Andrés y de allí salimos un colega, él y yo. A esas alturas de la carrera tena molestias en el sóleo, pero hice de tripas corazón…

El tramo del rio Majaceite simplemente sobrecogedor; el agua prácticamente llegaba al camino. Difícil explicar los sonidos de esos kilómetros… Pronto llegamos los tres al Bosque ya sin lluvia. Apenas 10-12 km. para la meta. Andrés y su amigo imponen un fuerte ritmo, incluso este consigue dejarnos y se marcha en solitario. A 4-5 km. de Prado, Andrés se despega de mí y ya no lo veo hasta menta. Me adelantan varios corredores, pero en el último tramo de subida, ya cerca del pueblo, les devuelvo la jugada, jeje… Me crezco, y tras 14:15 horas consigo llegar en solitario a la gloria: LA META.

Sentimientos a flor de piel difíciles de explicar. Me acuerdo de mis gentes, mis hijos, y sobre todo de mi mujer, que me aguanta sin rechistar todas mis locuras…

Me fui al ¡infierno, pero volví…

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