El CD Hispatrail muy presente en el libro conmemorativo de la XX edición de los 101 de Ronda

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  • El 08/05/2017
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El jueves 4 de mayo de 2017 será uno de esos días que recordaré de por vida.

La organización de los 101 km de Ronda, tuvo la genial idea (bueno, más bien uno de los cientouneros, Mateo) de conmemorar el XX aniversario de la carrera con un libro compuesto por 101 relatos de los participantes en cualquiera de las ediciones. La organización lanzó la noticia por las redes sociales, y se me ocurrió enviar un relato las vivencias en mis dos únicas participaciones, 2014 y 2016.

Cuál fue mi sorpresa, cuando Mateo, el creador y organizador del libro, se puso en contacto conmigo para hacerme saber que le había gustado mi narración, y que si no me importaba que me ayudaba a darle unos retoques. “Para nada”, le dije, estoy encantado con poder participar en el libro.

Poco después, recibí la gran noticia, mi historia había sido seleccionado de entre más de 250 para formar parte del libro. Concretamente es el km 62, “Escuela de Vida”. Y como no podía ser de otra forma, estábamos invitados a la presentación del mismo.

Mi mujer estaba de feria, así que propuse a mi suegro que me acompañara. Acepto muy contento, pues es un gran seguidor y admirador de las fuerzas armadas y muy especialmente de la Legión.

Pues nos encajamos en Ronda y me encontré con el Presi, Chema. Ya sabía que también había sido seleccionado y, dando un paseo por la Alameda, me contó su relato, su significado y, sobre todo, su dedicatoria. Muy emotivo, espectacular.

Juntos dimos un paseo previo justo antes de la presentación. A las 13h, llegamos al Salón de Grados de la Real Maestranza de Ronda, y compramos los ejemplares del libro. Ya lo teníamos en nuestras manos. En la presentación estuvieron el Jefe de la Brigada de la Legión, el Coronel del Tercio de Ronda, el Director General del Consejo Superior de Deportes, el Diseñador del libro, Nacho; y el autor, Mateo Cabello.

Justo después, dieron una copa a los que acudimos al acto.

Ahora toca la edición del 2017, que espero acabar en buenas condiciones.

He aquí mi relato:Libro XX 101 ronda

Mi nombre es Javier y aunque no soy un buen contador de historias me gustaría compartir con los lectores de este libro la experiencia de mi abandono en la edición de 2014 y cómo ello me ha ayudado a cambiar mi vida.

Mi relato comienza en el Km 75 de la prueba, concretamente en el Cuartel, al cual ese día entendí por qué lo llamaban La Trampa en los distintos foros de internet. Recuerdo que fue una edición muy calurosa, en la que a lo largo del día vi a los corredores caer como moscas en las cunetas. Yo, sin embargo, no iba tan mal: sólo las típicas ampollas, rozadoras y cansancio. Aun así la cabeza me jugó una mala pasada en el Cuartel, cuando mi compañero de fatigas se fue a la zona habilitada para los fisioterapeutas y podólogos a que lo atendieran. Yo decidí esperarlo en las escaleras que dan acceso al comedor, donde me senté. Pasaron unos 15-20 minutos y para cuando él volvió ya no hubo forma de levantarme. Mi mente simplemente se negó a ello, a pesar de que mi compañero lo intentó de todas formas: a base de empujones, abrazos, charlas emotivas, con comida… Lo intentó por las buenas y por las malas; incluso amenazó con abandonar también. Pero nada hizo efecto: le dije que no me iba a levantar, que tenía que acabar la aventura solo y que al menos lo hiciera por mí.

Se alejó entre lágrimas. Desde ese día, no he vuelto a abandonar una carrera. Ver a mi amigo llorando y marcharse solo fue una de las cosas más duras que me ha pasado nunca, a pesar de que yo podía haberlo impedido, siguiendo la ruta con él.

Por la mañana me acerqué a la meta con la intención de animar a los últimos corredores que llegaban. Y sucedió algo que me dejó marcado: la última corredora en cruzar la meta, minutos antes de las 11 de la mañana, lo hizo casi muerta, acompañada por dos legionarios que la escoltaron desde 3 kilómetros antes, animándola y apoyándola hasta que entró en meta dentro de las 24 horas estipuladas. Han pasado 3 años de este momento, pero aún me emociono al recordarlo. Ver la cara de sufrimiento de la corredora, y pensar que yo había abandonado casi sin motivo real, fue lo que me hizo prometer que volvería y acabaría esta prueba.

Y así lo hice en la edición de 2016. Sobre todo, la disfruté en compañía de mis compañeros Nando, Chari, Segundo y Leandro. De mi segundo intento recuerdo cómo al llegar al Cuartel de nuevo me quedé varios minutos mirando fijamente esos escalones que en la vez anterior fueron mi potro de tortura. Los miré con respeto, pero también con una sonrisa en los labios; había aprendido la lección: jamás hay que dejar de luchar o bajar los brazos.

Por eso esta carrera es tan especial: porque es una escuela de vida.

 

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